Millonaria inversión en el recambio de una bomba de agua, y advertencia municipal por morosidad en servicios sanitarios

La Secretaría de Servicios Públicos informó que se completaron las tareas de recambio de la bomba de agua en el barrio Escorial , una pieza de infraestructura crítica que garantiza el abastecimiento del recurso hídrico no solo a ese vecindario, sino también a los sectores de Polo, Villa Marced y Aromitos . La intervención técnica se llevó a cabo en un contexto financiero complejo para el área que conduce Adrián Devito. Según datos oficiales difundidos por el Municipio a través de sus redes, la recaudación notablemente baja: en la actualidad, apenas el 40% de los vecinos se encuentra al día con el pago de sus tasas municipales.

Juanjo Destéfano: “Lo más grave es la agresividad provocada por el consumo de drogas”

Juan José Destéfano, responsable del espacio público y cultural “Viejo Astillero” habló hoy, a través de La Radio 92.3 sobre los robos y destrozos que se produjeron en la última semana en el lugar. 
Destéfano reconoció que “los robos existieron siempre, de herramientas, garrafas, equipos, de todas las cosas que eran prácticas de llevárselas” y advirtió que los responsables “no son los vecinos, sino que vienen de otros barrios”. 
Preocupado por el incremento de la violencia, recordó que “hace poquito hubo un hecho de que se pelearon entre los integrantes de un grupo de pibes y tiraron una moto al río, y hoy vengo a la mañana y me falta una escultura, así que voy a ver si no está en el agua”. 

 En el mismo sentido, apuntó que “ahora hay más agresividad, lo que lleva a producir roturas, prender fuego, tirar cosas al río, y lo más grave es la droga”. 
El consumo de estupefacientes afecta, incluso, a los más chicos: “Lo veo en chicos de 10 – 11 años que empiezan a fumar. Tienen 14 o 15 no trabajan ni van a la escuela. No todos tienen 50 pesos para fumar un porro, y lo que empiezan a hacer es conseguir cuatro o cinco más para venderles y que le den una porción a él. Y se arma una red muy difícil de parar”. 
Los destrozos lo obligan a pensar en alternativas diferentes a las aplicadas hasta el momento: “Rompieron todo el muelle, que es un lugar en donde suben chicos chiquitos. Les sacaron las barandas y hay parte del piso roto. Eso supera las fuerzas porque lo arreglé tres o cuatro veces. Estoy pensando en que funcione en ciertos horarios en los que puedo llegar a tener más tiempo para vigilar. Porque tampoco tengo el apoyo del municipio para que, siendo un espacio público, puedan disponer, no de un policía, pero si de un inspector o alguien de seguridad. Ni siquiera me cortan el pasto cuando pasan por la calle, porque dicen que no tienen orden de hacerlo”.