Tres aprehendidos por robo en una despensa en Santa Lucía: un cuarto cayó tras chocar un auto robado

  Tres jóvenes, de 25, 22 y 20 años, fueron aprehendidos anoche en la localidad de Santa Lucía, tras intentar robar mercadería de una despensa. Un cuarto cómplice, de 20 años, se dio a la fuga pero fue detenido poco después, luego de robar un vehículo y chocar. El hecho se desencadenó cuando una vecina de 60 años, dueña de un comercio en la plaza San Martín, alertó a la policía a través del 911 sobre el robo de dos packs de cerveza y una bondiola de 800 gramos.

La ola de calor y la sequía de 1832 en San Pedro, según el relato de Charles Darwin

El diario “El País” de Montevideo, publicó una reseña de las grandes olas de calor que afectaron el hemisferio sur durante los últimos doscientos años.
Entre ellas, destacan lo que se conoce como “La Gran Sequía”, el período comprendido entre 1827 y 1832, detallado por Charles Darwin en su obra “Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo”.
El fragmento elegido por el periódico uruguayo para retratar ese momento fue el que rememora el paso de Darwin por San Pedro:

 “El período comprendido entre los años 1827 y 1832 se llama el «gran seco», o la gran sequía. Durante ese tiempo fue tan escasa la lluvia caída, que no creció ninguna planta, ni siquiera cardos; los arroyos se secaron, y todo el país tomó el aspecto de un polvoriento camino carretero. Así ocurrió especialmente en la parte septentrional de la provincia de Buenos Aires y meridional de Santa Fe. Pereció un gran número de aves, animales silvestres, ganado vacuno y caballar por falta de alimento y agua. Un hombre me dijo que los ciervos solían meterse en su corral a buscar la poza que se vio obligado a cavar para proveer de agua a su familia y que las perdices apenas tenían fuerza para huir volando cuando se las perseguía. El cálculo más bajo supone que se perdieron sólo en la provincia de Buenos Aires un millón de cabezas.”
 “Un testigo de vista me refirió que el ganado vacuno, en rebaños de millares, se precipitó en el Paraná, y, exhausto por el hambre como estaba, no pudo encaramarse a los bancos de cieno, y así, pereció ahogado. El brazo del río que corre junto a San Pedro estaba tan lleno de cadáveres en putrefacción, que, según me dijo el patrón de un barco, el hedor le hacía de todo punto infranqueable. Indudablemente, varios cientos de miles de animales perecieron así en el río; viéronse sus cuerpos ya podridos flotar arrastrados por la corriente, y muchos, según todas las probabilidades, quedaron sepultados en el estuario del Plata.”