Baradero: Destruyeron 70 caños de escapes no reglamentarios secuestrados

El intendente de Baradero Esteban Sanzio participó este jueves de la destrucción de 70 caños de escape no reglamentarios que fueron secuestrados por personal de Tránsito de la Subsecretaría de Seguridad Ciudadana del Municipio de Baradero.  Los caños de escape no homologados que fueron destruídos en la jornada de hoy habían sido secuestrados de motovehículos estacionados en la vía pública (en cumplimiento con la Ordenanza 4758/13) o bien en los operativos de control vehicular realizados en distintos puntos de la ciudad. En aquellos casos en que los conductores de los vehículos pudieron acreditar la propiedad sobre el mismo y colocarle el caño de escape original a la moto, la misma fue entregada, secuestrándose solo la pieza no original. 

Patovicas y policías denunciados por golpear a un periodista de "Tiempo Argentino" en San Pedro

El periodista Ramiro Barreiro, del diario “Tiempo Argentino”, fue atacado por el patovica de un boliche de San Pedro hace quince días.
Luego, al intentar pedir ayuda, fue detenido, esposado y trasladado a la Comisaría en un patrullero, quedando incomunicado. Pese a ello, no le iniciaron ninguna causa, según él mismo relata en una nota publicada hoy por el mismo matutino porteño.
El hecho se suma a otros ocurridos en nuestra ciudad en los últimos tiempos, vinculados a agresiones a sampedrinos y turistas a la salida de locales de diversión nocturna.


Este es el texto completo de la nota firmada por Gastón Rodríguez sobre el hecho, y publicada hoy por “Tiempo Argentino”.

“Las cicatrices del abuso: cortes en el cuero cabelludo. Lesiones en el dedo de la mano izquierda y una contusión en el rostro, estropeando el pómulo derecho. Sangre seca, en el oído izquierdo, secuela del golpe aturdidor que también alcanzó la sien. El cuerpo, casi todo, doliente y amoratado, por las patadas y trompadas. A Ramiro Barreiro –32 años, periodista de Tiempo Argentino– lo torturó la policía de San Pedro. La misma que lo detuvo y lo encerró durante cinco horas en un calabozo arrogándose el derecho de no darle explicaciones. Ramiro, que ya denunció penalmente a los agentes involucrados, tiene un argumento legítimo para contarlo.
"No quiero que a ningún pibe le pase más lo que yo sufrí", dice.
El sábado 27 de abril, Ramiro,  junto a dos amigas, viajó en auto hasta San Pedro. La madrugada del domingo los encontró a los tres transpirando en la pista de baile de Quillash, sobre el 259 de Balcarce, esquina Belgrano. No había pasado un par de horas cuando Ramiro se separó para ir al baño. "En el camino –recuerda– siento a un patovica que me agarra de atrás y me traba los brazos por detrás de la nuca. Intento soltarme y lo consigo casi al llegar a la puerta del local. Al darme vuelta para preguntarle por qué me echaba de esa manera, y además para avisarle que estaba acompañado, siento en el rostro un gas que me dejó literalmente ciego durante dos horas. En esa oscuridad un muchacho me asistió y me llevo atrás de un auto para que no siguieran pegándome."
Ramiro intentó volver al complejo Tiro Federal, donde estaba alojado, para esperar a sus amigas. Caminó por Balcarce, dobló en la Avenida Bartolomé Mitre y llegó hasta la plaza San Martín. En el lugar se abalanzó sobre una camioneta de la Policía Bonaerense, ansioso de contar como lo habían maltratado, pero el agente que iba a de acompañante, luego de escuchar sus reclamos, bajó la ventanilla, lo miró socarrón, y pidió a su compañero que acelere. La impotencia convenció a Ramiro de lanzarles un insulto.
"Llegando a la esquina de Carlos Pellegrini y 9 de Julio, me interceptó el mismo patrullero. El policía que conducía bajó y me tiró contra el vehículo, me golpeó en el rostro, en la cabeza, y luego me esposó. Me subió a la camioneta y ambos agentes me amenazaron y me insultaron. Al llegar a la comisaria el policía que ya me había golpeado siguió haciéndolo. Mientras me llevaba esposado me arrojaba patadas en el estómago y piñas en la cabeza. Solo dejó de atacarme cuando vi un tanque de agua en un rincón del patio y me escondí atrás.
Ramiro gritó por sus derechos, pero los efectivos, afirma, sólo se burlaron y lo insultaron. También les dijo que era periodista, una credencial que les empeoró el humor.
Ramiro pasó la noche en una celda inundada de orín, junto a otros dos detenidos. Jamás le notificaron los cargos que enfrentaba ni le permitieron realizar una llamada telefónica.
A las 11 de la mañana, recuperó la libertad luego de firmar una nota en donde leyó la palabra "Daño".
Ramiro se presentó en la Unidad Funcional de Instrucción 7 del Departamento Judicial de San Nicolás para denunciar la violencia institucional. Así se enteró que los policías no habían abierto ninguna causa en su contra.  «
Pruebas fotográficas
Poco después de ser liberado, todavía abrumado por los golpes recibidos y las cinco horas que pasó en un calabozo, Barreiro se sacó fotos con su teléfono celular para certificar el brutal ataque que sufrió a manos policiales.
 El contenido de la denuncia
Con el patrocinio del abogado Rodolfo Yanzón, Ramiro Barreiro denunció penalmente a los policías involucrados "como coautores de detención ilegal, en las torturas que le infligieron y en la falsedad ideológica del sumario iniciado con el único fin de ocultar la verdad de los hechos, debiendo aplicarse las normas del concurso real (artículos 45, 55, 144 ter 1°, 162 y 293 del Código Penal de la Nación)".
Asimismo, el periodista denunció a los "patovicas" del boliche Quillash por "la comisión del delito de lesiones (artículo 89 del Código Penal), sin perjuicio de la responsabilidad de los agentes policiales respecto de estos hechos, a los que, desde ya, se solicita se los investigue por su posible connivencia con la actividad desplegada por esos agentes de seguridad privada".