Baradero: Destruyeron 70 caños de escapes no reglamentarios secuestrados

El intendente de Baradero Esteban Sanzio participó este jueves de la destrucción de 70 caños de escape no reglamentarios que fueron secuestrados por personal de Tránsito de la Subsecretaría de Seguridad Ciudadana del Municipio de Baradero.  Los caños de escape no homologados que fueron destruídos en la jornada de hoy habían sido secuestrados de motovehículos estacionados en la vía pública (en cumplimiento con la Ordenanza 4758/13) o bien en los operativos de control vehicular realizados en distintos puntos de la ciudad. En aquellos casos en que los conductores de los vehículos pudieron acreditar la propiedad sobre el mismo y colocarle el caño de escape original a la moto, la misma fue entregada, secuestrándose solo la pieza no original. 

"Tuve que vender la garrafa para darle de comer a los chicos"

Una precaria construcción de madera, palos y nylon a centímetros de la bajada al Cementerio es, desde este fin de semana, la
"casa" de tres pequeños niños y sus padres.
En lo alto de la barranca, en un relleno con tierra floja y arena, sufren todo el día el riesgo de ser arrollados por los camiones areneros que suben y bajan por el lugar.

Juan Amarillo, de 30 años, es changarín. Pero ya no tiene trabajo y no pudo seguir pagando el alquiler. Por ese motivo decidió pedir ayuda a su hermana, aunque el lugar no alcanzaba para todos. Fue entonces cuando se "mudó" a ese lugar.
"Veníamos alquilando. Laburo de changarín, no me daban los números, conseguí esas maderas y anoche tuve que ir a dormir con mi hermana por el tema de los chicos" explicó, en declaraciones a "Equipo de Radio".
"Tengo tres chicos, vivíamos alquilando, quedamos en la calle. Mi cuñada me dio lugar por dos o tres días pero no tenemos más lugar" agregó su esposa. "Directamente estamos en la calle. Necesitamos una ayuda para los chicos. Tengo dos varones, uno de 6 y otro de 7, y una nena de 9. No los puedo mandar a la escuela porque me queda todo lejos. No tengo una bici siquiera" agregó.
Literalmente, viven al borde del precipicio: "Hay mucho riesgo acá, no podemos vivir. Cuando llueve se inunda todo, no hay luz, no hay agua, hay peligro por los camiones que van y vienen, pasan los autos. Además, esto era un zanjón, y lo tuvimos que rellenar todo".
Juan pidió ayuda para poder conseguir un trabajo ("de albañil, pintor o lo que sea que pueda aprender") con el que sostener a su familia. Pero también abrigo y alimentos para sus hijos para pasar las próximas horas. "Ayer tuve que vender la garrafa para darles de comer a los pibes. Fuimos a Desarrollo pero nos dijeron que no hay nada" explicó.
En el interior de la casilla, no hay mesa y no hay cama. Apenas un colchón, sin frazada. Así pasarán las próximas horas, a la espera de la solidaridad de los vecinos, o la intervención del Estado.