Rafael Malacrida será ordenado sacerdote hoy en la Basílica de San Pedro del Vaticano

Once nuevos sacerdotes serán ordenados este sábado, durante la celebración eucarística que comenzará a las 18, hora del Vaticano (13 horas de Argentina) en la Basílica de San Pedro.  Entre ellos se encuentra el sampedrino Rafael Malacrida, de 31 años, formado en el Pontificio Seminario Romano Maggiore. 

Más democracia (por Eduardo Campos)



Sin lugar a dudas debemos agradecer a las golondrinas el debate que nos han hecho generar a partir de la desafortunada (creo yo) decisión de “podar” los árboles del ex correo.

Más allá de las opiniones a favor o en contra,resulta saludable que los ciudadanos podamos manifestarnos. El problema es que, cuando lo hacemos, ya todo pasó, es cosa juzgada y no hay posibilidad alguna de revertir nada en caso de decisiones equivocadas.


Llevamos más de tres décadas de funcionamiento democrático, pero hasta ahora solo podemos votar cada cuatro años y, en el ínterin, rezar para que los funcionarios no se equivoquen. Países con tradición democrática mucho mayor que la nuestra han logrado perfeccionar el sistema a través de consultas populares, cuando de tomar decisiones polémicas se trata.


Suiza, por ejemplo, hace un referéndum popular antes de decidir obra pública sean puentes, carreteras, centrales nucleares, etc. Se sabe que lo que beneficia a muchos también puede perjudicar a otros tantos.

Teniendo en cuenta que estamos a escasos meses de una elección que nos va a permitir elegir un nuevo intendente y renovar parte del HCD, y viendo que la mayor parte de las agrupaciones políticas aún tiene la hoja de propuestas totalmente en blanco, no estaría mal (pienso) incorporar como propuesta algún tipo de consulta mediante la cual las autoridades electas testeen en la población,mientras dure la función, si corresponde hacer algo o no.No tomo en cuenta la consulta que se realizó años atrás para saber si se le daba el puerto a Arcor, porque no me parece que sea un sano ejemplo. 

Me parece que ese mecanismo permitiría que los ciudadanos eligieran, por caso, si quieren el balneario según dos o tres proyectos que se presenten o, en cambio, lo quieren como era antes, si quieren policía comunal o no, etc., y sacaría presión a nuestros gobernantes.

No digo todos los temas pero cada uno de nosotros tiene conocimiento de algún tema en particular o es profesional de determinada materia y suele ocurrir que, ante la concreción o no de algo en particular, uno tendría ganas de decir cosas que puedan aportar a una mejor realización. El mecanismo de “banca abierta” que tiene el HCD resulta interesante pero solo alcanza a aquel ciudadano que desea poner en consideración un proyecto particular, aunque no posee un carácter de consulta masiva.  

También intuyouna consulta popular podría llegar a lesionar el orgullo de los funcionarios. En mayor o menor medida todos ellos son egocéntricos y desean marcar su paso por la función pública con decisiones solamente por ellos tomadas (la verdad que algunos lo han logrado y han dejado recuerdos imborrables, a pesar que uno quisiera olvidarlos cuánto antes). Pero consultar tendría el valor agregado de acercarlos a la gente y ser más queridos y respetados. A la vez los ciudadanos compartiríamos responsabilidades en algunos actos de gobierno.

Honestamente hasta la semana pasada no me imaginaba una consulta popular para saber si se podaban los árboles del ex correo. Lo más probable es que hubiese contestado que me parecía una pelotudez y que una consulta debiera hacerse por cosas más importantes. Pero visto y reflexionado todo lo manifestado en torno al tema de las golondrinas debo decir que hoy no me parece algo desatinado.

En los 90 el neoliberalismo nos saludó con la novedad que las ideologías habían muerto. Si bien se trató de un disparate, (pero un disparate intencionado), lo cierto es que si bien no han muerto, se puede decir que algunas de ellas han cambiado o mutado.

Particularmente me parece que la ecología y el medio ambiente se están convirtiendo, de a poco, en una ideología. Lo vemos cotidianamente y, al igual que capitalistas y anticapitalistas, creo que en algunos años nos dividiremos taxativamente entre aquellos que ataquen y dañen el medio ambiente y los que lo defiendan.   

En mi caso ya hace muchos años que me cuento entre estos últimos y se trata de un aspecto que hace tiempo que tengo en cuenta al emitir un voto. Quiero que los gobernantes defiendan el medio ambiente.

El árbol es un elemento central en esto. Oxigena y ayuda a controlar la contaminación, y no me extiendo más porque es algo que ya todos sabemos. Pero me preocupa que a los funcionarios esto no les interese. Ver por un lado el estado del arbolado público,escuchar por el otro la defensa de la mutilación de los árboles del ex correo y, de remate, la defensa de los responsables a partir del espíritu de cuerpo de sus colegas funcionarios me da a pensar que no deberemos contar con ellos cuando de defender la ecología se trate.

El cambio climático ya está haciendo imposible la vida en muchas regiones del planeta. Controlarlo es casi imposible ya que, el hacerlo demandaría enfrentar al mundo de la política, las finanzas y los negocios. Grupos de cientos de naciones se ven impotentes cuando quieren que los tres o cuatro grandes bajen los porcentajes de contaminación. Sin embargo podemos cumplir nuestra parte en San Pedro a partir de tener un arbolado público útil para la ciudadanía, servicios de agua potable en condiciones o controlar la contaminación que va al río. Para ello hay respuestas técnicas que lo hacen posible y, sospecho, que hasta financiación a partir de créditos no retornables cuando de obras ambientales se trata, y que hace unos años existían.

Aún así, gente y gobierno, sabemos que la solución en gran parte es simplísima: dejar de contaminar. Sin embargo esto no se resuelve porque el problema no es la contaminación, el problema verdadero es todo lo que lo impide contaminar, la política, la economía y los negocios.

El centro de la ciudad podría no tener tantos problemas de agua potable y cloacas. Pero nunca se hizo nada por resolverlos y, en cambio, mucho se hizo por agravarlos, como el autorizar la construcción de innumerables edificios en la zona urbana. Está claro que quienes tomaron esas decisiones sabían que agravarían estos problemas, pero lo hicieron igual. Beneficiados por ello hubo pocos, perjudicados muchos miles.

Estas cosas que nos preocupan no se han hecho porque no se haya querido. Repito, tienen solución y creo que cómoda financiación también. Sin embargo la clase política habla de estos temas en momentos preelectorales, olvidándolos rápidamente cuando son elegidos.

Décadas atrás el solo hecho de patalear por algo así era un pasaje seguro a un avión que lo depositaba a uno en el Río de la Plata. Hoy tenemos una democracia que no nos alcanza y debemos mejorarla. La solución pasa por más democracia.Una consulta popular para determinados temas que nos afecten, podría llegar a ser una respuesta posible. Finalizo reiterando que todos conocemos algo de algo y nos gustaría hacer aportes constructivos cuando esa obra o esa decisión se toma.

EDUARDO CAMPOS