Detección de glaucoma: 174 exámenes a cargo de oftalmólogos del Círculo Médico

El pasado viernes se concretó en San Pedro la jornada de adhesión a la Campaña Nacional de Detección del Glaucoma, impulsada por el Consejo Argentino de Oftalmología. En San Pedro se realizaron en tres locaciones diferentes, a cargo de los profesionales Dr. Martin Orso, Dr. Jorge Marcellac y Dr. Andrés Clemente, integrantes de la Asociación Círculo Médico de San Pedro.

Un sampedrino señalado como uno de los “antifiestas felices” en un informe del diario “El Día”

El diario “El Día”, de La Plata, publica hoy un original informe elaborado por Patricia Serrano, sobre los “antifiestas”, aquellos que eligen no participar de los festejos de fin de año, o lo hacen en soledad.
Uno de los testimonios principales corresponde al sampedrino Raúl Gaido, actualmente radicado en La Plata.

La nota explica sus fundamentos en el primer párrafo: “No podés dormirte antes de las 12. No importa si tenés sueño o te sentís mal. No podés estar de mal humor o desganado o deprimido. Tenés que ser pura sonrisa. Ese día, bajo ningún punto de vista, podés estar preocupado. En cambio, tenés que creer que todos los problemas se solucionarán con el nuevo año. También tenés que estar lindo, dispuesto a repartir besos y felices fiestas a todos. El 31 de diciembre unifica, aplana, despersonaliza: todos juntos, todos felices, todos brindando”.
El apartado dedicado a Gaido se titula “El hombre que está solo y disfruta”:
Raúl Gaido, empleado platense, podría ser un tipo aburrido. Vive solo, no celebra las fiestas de fin de año y prefiere comunicarse con la mayoría de la gente a través de las redes sociales.
Pero las apariencias engañan: este hombre de 51 años es, en verdad, muy divertido. Ahora, mientras tomamos jugo exprimido en el centro de La Plata no podemos dejar de reírnos. R
Raúl cuenta sus anécdotas para evitar las fiestas y yo las anécdotas del festejo de familia numerosa, como el año que una tía decretó que cada uno se llevaba sus platos sucios a lavarlos en casa.
Si la imagen del fin del mundo no la hubiera dado Hollywood, probablemente no existiría otra mejor que la tarde del último día del año: supermercados colapsados y desabastecidos, consumo descontrolado como si no existiera un mañana, personas que comen y toman como si guardaran reservas de grasas para una época de hambruna. Bocinazos. Tensión. Peleas. Y mucho, pero mucho calor. El infierno, podríamos decir, viene en envase de fiestas
Los antifiestas se definen de adolescentes: su primera vez fue a los 15 años. Vivía en San Pedro, provincia de Buenos Aires, y toda su familia (padres más dos hermanas) viajó a pasar fin de año a otro pueblo. Raúl consiguió la excusa perfecta: no podía perderse el Baile del Náutico.
A las 12 de la noche, estaba sentado, las patas en la silla. Comía un churrasco con huevos fritos, tomaba jugo diluido y miraba en la tele a Rafaela Carrá.
-La fiestas no me molestan si son divertidas y no por obligación. Pero vivo como un drama festejarlo por presión social. No celebrar también es un aprendizaje, vas probando año tras año. Ahora yo lo vivo como un día más.
No siempre fue tan fácil. A los 21 años, justo después de la muerte de su madre, Raúl volvió a su pueblo para celebrar con su papá. Quería cumplir con su deber de hijo. El tiro le salió por la culata. El padre lo llevó a una cena de una familia amiga, donde casi todos estaban peleados. No fue nunca más.
Ya en pareja, su novio puso en una frase la solución perfecta: “nosotros somos una familia, no necesitamos nada más”.
“Yo vivo solo los 365 días del año, por qué no voy a estar solo en las fiestas”, argumenta Raúl y después enumera las mentiras que se inventa para que no lo molesten porque, dice, la gente no puede aceptar que no quieras celebrar, se pone mal.
Tiene tres historias evita fiestas favoritas: la prima lejana que viene de visita, el perro miedoso a los cohetes que no puede dejar solo y un viaje a la costa para festejar en familia.
“Yo le recomiendo a toda la gente que se queja en las fiestas que dejen de festejar y listo”, dice riéndose y cuenta las ventajas de hacer del 31 un día más: come según el clima, nada de un lechón cocinado a 35 grados bajo el sol, mejor una ensalada de tomate; no se vuelve loco en las colas de los supermercados; hace lo que disfruta hacer en una noche de verano.
Su plan este 31: cena liviana y una temporada de The Big Bang Theory. Sin brindis a las 12.
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