Detección de glaucoma: 174 exámenes a cargo de oftalmólogos del Círculo Médico

El pasado viernes se concretó en San Pedro la jornada de adhesión a la Campaña Nacional de Detección del Glaucoma, impulsada por el Consejo Argentino de Oftalmología. En San Pedro se realizaron en tres locaciones diferentes, a cargo de los profesionales Dr. Martin Orso, Dr. Jorge Marcellac y Dr. Andrés Clemente, integrantes de la Asociación Círculo Médico de San Pedro.

Donde hubo un clásico, nace otro.
(Por Román Solsona)
   
Con el paso del tiempo se gana la destreza de citar a diferentes autores para legitimar el pensamiento propio. Además, claro, es una buena manera de invitar a leer. Acá va: "Un hombre puede creer o no creer, eso es cosa suya. Porque es su propia vida la que apuesta por la fe, la incredulidad, el amor y la inteligencia. Y no hay sobre la tierra otra verdad más grande para el espíritu humano que esta gloriosa y humilde condición. El hombre arriesga su propia vida cada vez que elige y eso lo hace libre." Lo dijo Máximo Gorki. O más bien lo dijo Héctor Alterio, en Caballos Salvajes. El ruso Gorki fue quien lo escribió. Lo que sigue tiene que ver con elegir, por eso la referencia.

   Librería Leder Kremer nunca fue un comercio más. Podrá considerarse un sitio para el intercambio cultural o un buen escondite para la imaginación, pero no cabe en la caracterización tradicional de un negocio céntrico. Levantar lanzas en torno a esta librería y no dejarla caer así nomás, defenderla del paso del tiempo, es un símbolo y también es un homenaje a su creador. Yo me hice cargo de Leder Kremer en el año 2011 y mantuve el nombre durante un lapso prudente, pero llegó el momento de hacerla más hoy, más generacional. Eso, claro, sin perder el sentido del reconocimiento. Y acá es donde cabe Abelardo Castillo. El primer libro que tuve en las manos fue Cuentos Crueles, y después vino todo lo demás. Si hoy puedo darme el gusto de andar entre las palabras, de imaginarme en medio de esos mundos reales, es porque enloquecí con aquellos relatos de Castillo. Y, naturalmente, no podría llamar de otro modo a este lugar: Abelardo Libros. Es justo para los tres. Para Salomón, quien apostó en un pasamano por alguien que pudiera defender la librería; para Abelardo, quien se vio salpicado en un pequeño homenaje de la ciudad que se re descubre entre sus escritos; y para mí, porque elegí creer en ésto como un signo de subsistencia de la creatividad del hombre y la mujer.
   Unos la seguirán llamando Leder Kremer, y está bien; otros empezarán a asimilarla como Abelardo Libros. De cualquier modo eso importa poco. Cada uno, como puede. Nombrar a las cosas por su nombre ya resulta menos vital que reconocerse en ellas: Reconoserce.
   Entonces, como sea, los espero para reinventarnos juntos. En nuestra ciudad, en el mismo lugar de siempre, en el único espacio reservado exclusivamente para el libro, donde no hay más que poetas recitando a los gritos y novelistas que quieren contar su historia.  Si el tiempo es un gran aliado, podremos decir “Donde hubo un clásico, nace otro.”