Es notable la sensación de impotencia que nace a partir de considerar como “muertes anunciadas” las sucedidas el pasado domingo en la ruta 191.
Todos sabíamos que algo así estaba a punto de suceder en cualquier momento y no solo en un acceso a la ciudad sino en la ciudad misma.
Y aún más tremendo es intuir que tres muertes no han cambiado absolutamente nada lo que indica que otro accidente semejante va a volver a ocurrir en algún momento.
No se trata de tremendismo sino simplemente de ver que hechos similares han ocurrido con anterioridad y no sirvieron para nada. Pero también de detenerse y hacer una lectura de otros dos hechos que vinieron a continuación de la tragedia.